Eran las 14:00 aproximadamente cuando comenzaron los fuertes truenos en la ciudad de la Plata, la otra cara de Buenos Aires, de aspecto paupérrimo y dejado en comparación a la Capital Federal. Habíamos llegado temprano, por lo que decidimos almorzar. A medida que saboreaba ese pedazo enorme y exquisito de milanesa sentía que el tiempo iba cayendo de a poco, gotas de lluvia iban marcando sus pasos a lo largo de la ventana de aquel restaurant; a medida que las manecillas del reloj daban vueltas, el chubasco iba ganando fuerza; mientras que mi mente solo pensaba en el encuentro que tendría esa noche con Dave Grohl, al mismo tiempo que pedía a gritos, que por favor pare la lluvia.
El mayor temor fue el Déjá Vú en el que pudiera convertirse ese domingo el recital, tomando como referencia el Festival Quilmes Rock 2012, el cual había sido golpeado por una tormenta de gran magnitud pero que aun así no impidió que los Foo Fighters tomen el protagonismo correspondiente aquella noche.
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El mal tiempo se fue apartando alrededor de las 16:00, pareciera que mis gritos desesperados de súplica funcionaron; rápidamente se fue recomponiendo y nos permitió avanzar, en un rato más el sol nos mostró el largo camino por recorrer para llegar a aquel lugar que en unas horas más se convertiría en una avalancha de euforia, gritos y llantos de emoción.
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Tímidamente fueron acercándose los fanáticos al Estadio Único de La Plata, nadie se imaginó que el lugar se convertiría en un coliseo que albergaría a 30.000 personas para la hora del plato principal de la noche, ya que en principio las expectativas hablaban de otra cosa.
El privilegio de abrir el concierto lo tuvo Eruca Sativa, quienes subieron alrededor de las 18:50, la previa del trío de rock de fusión y rock alternativo ofreció un repertorio de sus clásicos siendo antesala a su vez para la presentación de los Kaiser Chiefs. Mientras que el público aun se encontraba sosegado, iban colmando de a poco el estadio. La noche comenzó a ponerse picante e intensa con la subida a escena de Ricky Wilson y su agrupación de indie rock, temas como “I predict a riot” y “Ruby” fueron calentando la noche, al mismo tiempo que su vocalista se encargó de hacer una previa entusiasta, instigando a la efervescente y ansiosa multitud con “¿quieren Foo, quieren Foo?”.
Bajo un cielo estrellado y un clima perfecto, eran las 21:15, el tiempo había regalado la noche a los Foo Fighters. Nadie volvió a sentarse luego de la presentación de los Kaiser Chiefs, todos luchaban por tener el mejor lugar; prestando atención a mi reloj, la ansiedad de escucharlos y verlos me carcomían por dentro, me distraje durante un segundo, momento en que se apagaron las luces, el poderoso público enloqueció, furioso y alegre, comenzaron a sonar los primeros acordes de “Something from nothing”, primer track de “Sonic Highway”, su último disco, octavo álbum de estudio grabado en 8 ciudades distintas, que consta de 8 temas.
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Sin darme cuenta estábamos a metros del escenario, levanté la cabeza y vi salir a un Grohl, omnipotente, no podía creerlo, estaba ahí, frente a mí, mis ojos comenzaron a humedecerse, pero la lucha en el pogo no permitía echarme a llorar, luchando por mi territorio e intentando disfrutar, lo que me resultaba un tanto difícil. No voy a olvidar la expresión en su rostro, la emoción y el entusiasmo con el que subió no tenía comparación, eso lo contagió durante todo el concierto, horas de puro rock, delirio, conmoción y lágrimas, no solo mías sino de muchos.
Querían que el público se convierta en una bomba atómica, continuaron con “The Pretender”, aún en el pogo, tenía miedo pero a la vez estaba muy emocionada, la multitud se había encendido, cómo no enloquecer; empujar, empujar, brazos, golpes, saltar, que nadie te tire al suelo, soy pequeña y no pude aguantar, decidí salir de ahí, no podía disfrutarlo como quería. Ya lejos de convertirme en sardina, la agrupación decide poner a hervir el estadio y nos enseña a volar con “Learn to fly”, el trío de temas no permitió respirar, por unos 15 minutos, a los miles de fanáticos presentes.
Temas como Monkey Wrench, Skin and bones, Arlandria, All my life, Breakout, Wheels, Walk, Time like these, este último en una versión electroacústica, enaltecieron la noche logrando la combinación perfecta de puro rock.
En un momento la banda sube del subsuelo en una plataforma giratoria que se encontraba a la mitad de la pasarela, donde el ex Nirvana se paseaba fascinando a su público mientras cantaba; la otra gran sorpresa de la noche fue la participación de Dave Krusen, primer baterista de Pearl Jam y Jhony Kaplan, quienes se unieron para deleitar al público con covers de Rolling Stone y Led Zepellin. Por su parte los Foo Fighters también tocaron Detroit Rock City de Kiss, “Stiff Competition”, de Cheap Trick y Preciuos de Queen. Este fue un momento único y muy significativo, Grohl contempló a su primer amor, la batería, apoderándose de ella para acompañar a sus compañeros mientras que Hawkins lo acompañaba en voz.
En este show, los Foo Fighters dejaron notar a un Grohl emocionado, a quien se lo veía con los ojos brillosos, carismático y risueño, su interacción con el público fue fabulosa, luego de cada tema, acompañaba el momento con un toque de humor, característico de él; durante el coreo del público al son del “ole ole ole cada día te quiero más, yo soy de FF es un sentimiento no puedo parar”, se podía observar la mirada del vocalista, como le encantaba su público, así mismo como nosotros estábamos encantados con él.
Sí, los Foo Fighters me hicieron llorar, principalmente con “My hero” y “The best of you”, pero no fui la única. Varios fueron los fanáticos a quienes se les escaparon unas gotitas; una de las tantas anécdotas que quiero rescatar, es de uno de los fans que se había hospedado con nosotros; en un momento del concierto le preguntan – qué le pasa – por qué estaba llorando – el hombre, por no decir la verdad, “porque los hombres no lloran”, le responde lo siguiente, había quedado viudo y la música que sonaba le recordaba mucho a su esposa cuando la verdad estaba llorando de la emoción.
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El show iba llegando a su fin, eran alrededor de las 12:15, terminaron de la mejor manera, con “Best of You” y “Everlong”; lo que Dave había dicho al principio del recital lo había cumplido, fueron tres horas de locura, destrucción, delirio, lágrimas, sorpresas, ansias, dolor, cansancio y alegría, que todo junto hizo del concierto el mejor que hasta ahora haya vivido.
Las palabras y las oraciones quedan cortas para describir y hacer sentir lo que fue ver a Foo Fighters, luego de esperar días y batallar horas para sentirlos. Los kilómetros, las caminatas, y los moretones, valieron la pena.